Desde el 13 de marzo de 2013, la Iglesia católica ha vivido una etapa completamente nueva con el Papa Francisco. Es el primer pontífice de origen americano y el primero en decidir llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Su forma de liderar se ha notado por su cercanía con la gente, su constante llamado a la misericordia y su deseo de renovar tanto el espíritu como la misión de la Iglesia.

Cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa, muchos en la Iglesia y en el mundo vieron un momento sencillo, pero lleno de significado. En su primera aparición desde el balcón del Vaticano, Francisco pidió que recen por él antes de dar su primera bendición. Ese gesto humilde ya mostraba cómo sería su estilo de liderazgo: cercano, humilde y con ganas de hacer las cosas de una manera diferente.

Francisco, nacido en Buenos Aires en 1936, trae a Roma toda su experiencia de pastor en una ciudad tan grande como Buenos Aires. Su sensibilidad hacia los pobres, su idea de una Iglesia que sale a las periferias y su énfasis en la misericordia como parte esencial del mensaje cristiano, han sido las claves de su liderazgo.

Una de las palabras que mejor define su papado es «misericordia». Francisco llevó a cabo en 2015-2016 un Año Santo Extraordinario dedicado a la misericordia, invitando a toda la Iglesia a redescubrir el corazón compasivo de Dios. Gestos como abrir las puertas santas en cárceles y hospitales por todo el mundo mostraron que la misericordia no es solo una idea, sino una experiencia real y vivida.

Desde el principio, el Papa Francisco ha insistido en que la Iglesia no debe encerrarse en sí misma. En su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, invitó a salir al encuentro de los alejados, los pobres y quienes sufren más. Dijo que prefiere una Iglesia que esté cansada, herida y llena de historias porque sale a la calle, antes que una Iglesia que se quede encerrada en sus muros. Esa idea ha guiado muchas de sus decisiones y cambios en la forma de acompañar a la gente.

Consciente de los problemas internos, Francisco ha empezado una gran reforma en la Curia Romana para que sea más transparente, efectiva y misionera. Creó nuevos organismos y reorganizó los que ya existían para que sirvan mejor en la misión actual. También ha sido muy firme en la lucha contra los abusos sexuales dentro de la Iglesia, promoviendo medidas preventivas y actuando con una política de tolerancia cero.

Uno de sus documentos más importantes es la encíclica Laudato si’ de 2015, dedicada a cuidar nuestra «casa común». Francisco ha sensibilizado a todo el mundo sobre la urgencia de proteger el planeta y ha conectado el grito de la Tierra con el de los pobres. Su liderazgo en temás ecológicos ha sido reconocido mundialmente y trasciende las fronteras religiosas.

El Papa Francisco trabaja mucho por el diálogo entre diferentes iglesias y religiones. Su encuentro histórico con el Patriarca ortodoxo Kirill, su viaje a Irak y su reunión con el Gran Ayatolá Alí al-Sistani son señales claras de su deseo de unir en lugar de dividir. Promueve que la gente se encuentre y que el mundo sea más pacífico y unido.

Durante su pontificado, Francisco ha elegido hacer gestos sencillos y cercanos: visitar cárceles, comer con los pobres, hacer llamadas a personas enfermas o en duelo. Su estilo rompe con muchas formalidades, pero llega al corazón de las personas. Es un Papa que escucha, que se emociona y que camina junto a su pueblo.

El mensaje y la forma de ser del Papa Francisco nos dejan una Iglesia que no tiene miedo de ensuciarse las manos por los más necesitados; que celebra con alegría el Evangelio; y que cree en el poder transformador de la misericordia. Su liderazgo sigue siendo una luz de esperanza en momentos difíciles.

El Papa Francisco nos recuerda que la fe no es solo recordar el pasado, sino una llamada activa a amar, servir y salir a buscar a los demás. En un mundo que a veces parece indiferente, él nos invita a construir una «Iglesia en salida», capaz de ser un hospital de campaña para quienes sufren en la vida.

Rogamos por el Papa Francisco, agradeciendo su entrega, sencillez y pasión por el Evangelio.

¡Gracias, Santo Padre!

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